
Ya hemos pasado el ecuador de las Fiestas Navideñas, ¡ ánimo, ya va faltando menos, para volver a la rutina !
El atracón “atragantabrutos” de las comidas y cenas se ha podido manifestar con toda su intensidad en forma de gastroenteritis, vulgar cagalera, en el día después.
Muchos se han tenido que entronizar en el sillón del W.C. y se han dedicado a aromatizar a toda la vecindad. ¿ Puede ser ésta una razón por la que no hay moscas en Navidad ?
A otros el exceso de alcohol y grasas: cordero, cochinillo, jamón, langostinos (son bombas de colesterol), tartas..; les han pillado a traición y les han producido una pancreatitis.
Pancreatitis: puñalada química, que duele si cabe, aún más que un infarto. Consiste en una digestión química de los tejidos pancreáticos y de la cavidad abdominal. ¡ Como si nos vertieran lejía en la tripita !
Todo por culpita de muchos tragos y comida grasaza
Un diez por ciento no lo cuentan, porque palman, y el resto en ayuno y abstinencia, se aprenden tan bien la lección que dejan de beber sin necesidad de que se lo diga el médico.
Y del ardor de estómago: gastritis, úlcera ¿ Qué…? Hombre! puestos a pedir, donde esté un buen reflujo gastroesofágico, es decir un “regüetre” ácido, que se quiten los escupe fuegos y tragasables.
Pero, y lo molón que es una buena hemorroide, popularísima almorrana, después de un buen taponamiento intestinal, con su pujo en un quiero y no puedo…!
Es curioso, en todos estos eventos está siempre presente el alcohol. Será porque nos gusta ir “desinfectaditos”
UN TONTO SIEMPRE ENCUENTRA UN TONTO MAYOR QUE LE ADMIRA
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