M.J. estaba muy jo…., vivió estrambóticamente y con muchas taras psicológicas; entre las que primaba el juego del yoyó, es decir YO y sólo YO.
Trastorno grave narcisista e histriónico de la personalidad, con dismorfofobia y todo ello aderezado con una grave dependencia a opiáceos y benzodiacepinas, que le han llevado finalmente a la muerte.
El dispendio y derroche de dinero le pusieron en puertas de la bancarrota, su necesidad de dinero le lleva de nuevo a intentar un regreso a los escenarios, su terrible desgaste por las drogas, le llevan a tomar más drogas para poder actuar ,(estimulantes: cocaína, efedrina, anfetaminas…), éstas le producen insomnio y ansiedad, que junto al dolor residual de sus múltiples intervenciones quirúrgicas le obligan a tomar analgésicos opiáceos (heroína, morfina, dolantina, propofol…) añadidos a tranquilizantes e hipnóticos ( lorazepam, diacepam, midazolam…).
Pasarse de rosca y dosis era cuestión de tiempo. Necesitaba a un médico títere que le hiciera recetas «legales» y le aplicara los inyectables, las pastillas y comprimidos ya se los tomaba él.
Hasta que llegó el momento, sobrecarga de ansiedad y efectos secundarios de estimulantes petición al médico de hipnóticos y opíaceos, resistencia inicial de éste, toma pòr su cuenta de benzodiacepinas orales, vuelta a insistir al médico, éste se apiada y decide darle otra dosis de un anestésico como el propofol al límite de la parada cardiorespiratoria, pero no sabe que previamente M.J., por su cuenta ya se había tomado más hipnóticos y la suma última, le produce la sobredosis y la muerte.
Culpar al médico es muy cómodo, sobre todo si detrás hay un gran seguro de vida que cobrar, y que si se dice que ha sido suicidio, no se cobraría jamás.
Homicidio sube , en los medios, la aureóla mítica y casi mágica de M.J.. Es necesario construir un mito y lavar su imagen, deteriorada por ellos mismos.
En realidad su vida fue un suicidio lento, desde que decide ser racista consigo mismo y matar al negro que era, convirtiéndose en blanco, no aceptar la responsabilidad de vivir, queriéndo ser un niño en un eterno parque, y para eso dinero y dinero, que incluso compra la voluntad de un médico.
Por todo lo anterior, que es una posible figuración y conjetura de lo probablemente sucedido, nos obliga a introducir en nuestro vocabulario, un «nuevo palabro», para definir la muerte de Michael Jackson: HOMISUIDIO