
El cañamo se ha utilizado desde la más remota antigüedad por su utilidad artesana e industrial. Antes del advenimiento del plástico y las fibras sintéticas, se utilizaba en cordelería, velas para navegación, sacos de transporte, tejidos e hilaturas, alpargatería, papel, mobiliario… Ya puestos hasta se puede utilizar pretendidamente como cosmético. Es una planta versátil como la aloé vera, por comparar. Y se ha potenciado su imagen con la idea de producto ecológico y natural. Decir que la industria o la artesanía del cañamo, no tiene nada que ver con su fumeteo.
Como se ve es muy interesante como materia prima, de fácil obtención y sin problemas de reciclaje y eliminación natural por ser biodegradable. Además de barata.
La polémica surgió con la prohibición de los derivados cannábicos ricos en THC, o principio psicoactivo, utilizados como droga recreativa, con potencial de abuso. Y así los fumadores de esta planta reivindicando su libertad para decidir el fumar o no, utilizan los medios lícitos y legales, que la leyes actuales les dejan, para con imaginación poder fumar.
En este desencuentro entre usos cotidianos artesanales e industriales y como droga, ha movido al ingenio a buscar mecanismos, no perseguidos legalmente, para potenciar y mantener el uso como droga psicoactiva; llegando incluso a buscar el subterfugio del «uso médico» en pacientes cancerosos o con procesos crónicos dolorosos, como equiparador y justificador de su uso como droga. Como fármaco paliativo, con dosificación precisa, se ha desarrollado el Sativex, que evita el consumo fumado.
Además de rodearse en la prensa afín y con interess económicos de este movimiento procannábico, de artículos y publicidad trufados de palabras como natural, bio, ecológica, sostenible…, que haga creible su consumo. Aunque la manipulación genética para alcanzar mayores concentraciones de THC, en algunas plantas, hacen cuestionarse toda la palabrería ligada a «natural».
La realidad de estas tiendas o Grow-shops dedicadas a la comercialización de parafernalia, artículos para el cultivo y en definitiva para el consumo psicoactivo, es un gran negocio que mueve como cualquier droga legal o ilegal, muchísimo dinero; y como todo en la vida el más vivo maestro armero; y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid…, a río revuelto ganancia de pescadores. Y sólo basta comprobar, como han crecido por las ciudades , hay una en cada barrio.
Muchos adolescentes hacen de este autocultivo, un arma de rebeldía, una idea de vida bohemia y romántica, rodeados de sus macetas, envueltos en un estilo musical propio, en una manera de vestir y expresarse particulares, mientras gastan una pasta gansa en productos que están legalmente regulados: semillas, fertilizantes, esponjas, luces,maceteros, cajones, raspadores, pipas,picadoras, papel de liar, máquinas liadoras de porros, filtros, vaporizadores….Y que por supuesto ya están gravados con impuestos, impuestos municipales de apertura de local, IVA ….Por lo que el Estado de alguna manera ya recauda dinero, por este motivo.
Lo que no está y es lo que se pretende, es su consumo en espacios y lugares públicos, así como su comercialización y distribución para la venta al público. Probablemente la apertura de lugares como los coffe-shops, es decir fumaderos de cannabis, como los holandeses, no iba a acrecentar el problema sanitario y determinaría lugares de encuentro sociales, más transparentes e inocuos, que el fenómeno actual de lonjas y locales de encuentro juvenil, en los que se pueden y de hecho se dan consumo de otras drogas más peligrosas. El autocultivo es interesante en la medida que pone en jaque al narcotráfico y a las mafias, bastante más peligrosas.
Probablemente hemos llegado a un equilibrio , dada su extensión en el consumo, que aquél que quiera fumar lo puede hacer con «relativa tranquilidad» y «facilidad» y los posibles coffe-shops, no acrecentaría ningún problema social. Es más, con motivo de la crisis, algún economista, ve útil su consumo libre, como un medio más de obtener ingresos vía impuestos por parte del Estado, y propone su libre comercio, y no sólo el actual autocultivo.
Así han nacido desde hace años multiples empresas que están haciendo un gran negocio, con el autocultivo de plantas de marihuana. Interesante por otra parte como forma de evitar el tráfico de resinas de hachís. Sólo basta entrar en la red y ver todas las ofertas y ventas online ligadas a su consumo y comprobar el volumen de negocio.
Como prueba de la tolerancia social en la que estamos inmersos, es la celebración anual de dos grandes ferias de muestras en nuestro país, dedicadas al negocio, repito que como lo pueda ser el del vino, llegado el caso por comparar las ferias o eventos expositivos.
Expocannabis y Spannabis; son las ferias del cañamo y en su fondo las exposiciones públicas reinvidicativas del consumo fumado de los derivados psicoactivos como droga. La feria más cercana a celebrar es la SPANNABIS: feria del cáñamo y tecnologías alternativas, en la Fira de Cornellá, que publicita y pone a disposición de los expositores, por si había dudas, su centro de negocios. Porque no olvidemos que las drogas mueven un gran comercio, que intenta satisfacer la necesidad de placer del ser humano.
http://www.spannabis.com/principal.html
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