
El Parlamento Vasco en pleno ha decidido pedir a la OMS que no se considere al Trastorno de la Identidad Sexual (transexualidad), como una enfermedad mental y lo retire de los Manuales Diagnósticos de las Clasificaciones de las Enfermedades CIE10 y DSMV.
La OMS define la salud como el completo bienestar físico, psíquico y social y por oposición y alteración de este equilibrio, surge el concepto de enfermedad.
En los Trastornos de Identidad Sexual, este equilibrio está muy alterado afectando a la persona que lo sufre en las tres esferas; con un peregrinar de consulta en consulta y de especialista médico en especialista médico, durante todo el proceso de reasignación de sexo, sufriendo la persona la cárcel de su propio cuerpo; hasta lograr desprenderse de él y la imagen que le persigue.
Para salir de este cuerpo no deseado deberá afrontar su propia duda existencial con su sexo percibido, marcado por su nacimiento y su genitalidad (genotipo y fenotipo); enfrentado a su rol realmente sentido y ver la inadecuación de su cuerpo con sus sentimientos, emociones y atracciones sexuales reales y además sufrir el escarnio y el rechazo social.
Con lo que se puede comprobar el terrible sufrimiento que padecen estas personas que desde ellas mismas, en primer lugar y luego por los demás; sólo aunan y conjugan las palabras RECHAZO y RECHAZAR.
Los médicos en general y los psiquiátras en particular, tratan este trastorno o enfermedad, que aunque minoritario; se estima que aparece 1/30.000 nacidos varones y 1/100.000 nacidas mujeres: y es un trastorno o una enfermedad por sus síntomas que hace que la persona que lo padece, se diferencie por ello de los patrones de normalidad, definidos estadísticamente por la Campana de Gauss, que contempla las desviaciones y la media, moda y mediana, que define lo estadísticamente normal.
Por eso, y aunque entendemos loable la iniciativa del Parlamento para evitar la estigmatización de estas personas, y desear ahorrarles sufrimientos de índole social; es un absurdo solicitar o querer desclasificarlas o borrarlas con la omisión de la palabra trastorno o enfermedad, como palabra innombrable o tabú. Por esta razón deberíamos retirar muchas otras patologías.
Se podrá cambiar, sustituir, «reasignar una nueva palabra» para desear sacar el problema del nomenclator, pero los hechos son los hechos y el trastorno, enfermedad, llámalo X seguirá existiendo. Por muy condescendientes y considerados que queramos ser con estas personas.
Lo blanco será blanco, por muchos sinónimos o términos ambiguos que utilicemos: niveo, albo, claro, lechoso, albino,canoso…..Y los médicos segurirán hablando de enfermedad y salud, para evitarla y en su caso cuidarla; que es su cometido profesional.
Y los parlamentarios a lo suyo: discursos, parlamentos, arengas, peroratas, mitines, tabarras, sermones…en definitiva charlatanería y blablablabla…..
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