
Hassan Ben Sabah, seguidor fatimita se oponía frontalmente al poder abbasida del Califa de Bagdad, enemistado también con el califato fatimíe de El Cairo, conquista la fortaleza mítica por inexpugnable: Alamut, nído de águilas; desde donde extenderá la tradición de los ismailíes, como nueva corriente en el islam.
Hassan Ben Sabah adiestrará a sus fieles seguidores, como fedayins, prometiéndoles el Paraíso; para ello no dudará en utilizar drogas como el haschish y hermosas mujeres, como anticipo de lo que espera a sus fieles después de muertos.
Esta orden religioso-militar se la conoce como ashas o ashaschins, que en francés deviene assassins, y de aquí asesinos, que no dudan en cometer crímenes políticos, tan aterradores que extienden toda su fama por la temeridad de la que hacían gala sus adeptos.
El uso de los derivados cannábicos estaba promovido como recompensa, e iniciador de estados estuporosos y de embriaguez como premio culminante, trás el éxito de las misiones.
Vladimir Bartol (1938) describe en su novela Alamut, las andanzas de estos guerreros religiosos y su ideario político.