Siempre he opinado que el futbol era un deporte basto y burdo; lleno de tramposos, baste ver la selección italiana.
Nada elegante, lleno de maccarras, poco «deportivo», en el que casi todo vale, codazos, planchas y lo que siempre me tira para atrás: los escupitajos al campo, en actitud chulesca, con matonismo de barrio.
Los jugadores en general, participan de mi misma consideración, incultos, analfabetos funcionales, que con dinero creen que lo consiguen todo, niñatos idolatrados y consentidos; que traían a mal traer al Dr. Severo Ochoa, al observar las ingentes cantidades de dinero que se dilapidaban en el futbol, frente a tantas necesidades sociales.
Estos casi siempre inmaduros, experimentan con todo tipo de «placeres», incluidas las drogas y aquí, siguiendo un símil taurino, pinchan en hueso, y éste se les atraganta. Tal es el caso del futbolista CAMINERO, que según se ha informado en prensa ha pasado del CAMPO al CAPO, como ya su imagen en las fotos lo sugería.
Su «amor por el dinero» es insaciable y no ya contentos con el «pastizal» que ganan, algunos se ponen a «traficar», con la salud de los demás. ANDA Y QUE LES DEN.
Se le atribuye un presunto blanqueo de dinero en una organización mafiosa dedicada al tráfico de drogas, aquí fin de la historia y de su credibilidad social.
Antecedentes de futbolistas drogueros hay infinidad, el prototipo es sin dudas Diego Armando MARADONA, quien llegó a rodar un spot contra las drogas, cuando ya estaba en ciernes el aspirarse toda la «raya» del banderín de corner al medio campo.
Por respeto y más decencia no señalamos más nombres, aunque de seguro, nos vienen a todos, muchos nombres a la cabeza.
El futbol dejó de interesarme cuando los equipos se convirtieron en mercenarios, y los colores quedaron en un segundo-tercer plano, sólo se salvan las selecciones nacionales y mi equipo el ATHLETIC CLUB DE BILBAO.