Acaba de estrenarse, esta película de espías, que nos traslada a la mítica Casablanca, pero valores cinematográficos aparte, lo que nos llama de nuevo la atención, es la utilización que hace del cine, la industria tabaquera.
Una vez más empieza una película, con una escena en la que el cigarrillo se lleva el protagonismo y el primer plano, nada subliminal: «Un buen marido ofrecería primero un cigarrillo a su esposa…» y lucimiento de los artistas, ensalzados con glamour por el humo y……
En pleno clímax del desarrollo de la acción, primer plano a un rótulo «NO SMOKING» y aparición del villano, malo malísimo, que quiere romper el amor. Vínculo muy efectivista ligando tabaco y la imagen de la depravación y el simbolismo de las ratas….
Más adelante y de nuevo, como remarque y exaltación del cigarrillo ligado a lo hermoso de la vida, se repite : «Un buen marido ofrecería primero un cigarrillo a su esposa….».
Y por si se quedara corto, nueva introducción y exaltación del fumar, con la petición de soldados nazis de cigarrillos americanos, como sinónimo de calidad….
De fondo aparece un guiño a otras drogas, con el rey alcohol a la cabeza, la contribución de las anfetaminas y barbitúricos a la Batalla de Inglaterra (Pilotos de la RAF), y un guiño estéril, espúreo y sin venir a cuento, de un consumo de cocaína.
¿ Será que el cartel de Sinaloa o Medellín, también quiere promocionarse en el cine?
Seguimos viendo que los productores de drogas, siguen utilizando el cine, como vector de transmisión de sus ofertas, para captar nuevos drogodependientes y mantener a los ya adictos.
«El producto es el mismo, la diferencia reside en la comunicación».
Oliviero Toscani.
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